El reto: crear una conexión emocional entre la marca y el consumidor.
La solución: nada.
Windex se las ha ingeniado para anunciarse de una manera poco convencional, con costo de producción casi nulo y aprovechándose de... la nada. Un pequeño grupo de actores caracterizados como empleados que transportan un aparente cristal recorre las calles. La gente, efectivamente, cae en la trampa. El mensaje es simple: un cristal que se limpió usando Windex equivale a cero cristal. Es decir, a nada. Y los actores transportan nada y la gente los mira llevar nada... Pero la marca queda indeleble en la cabeza de todos.
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